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"Más que nada, me gusta mi tierra y me gusta defenderla"

Por Javier Cano - Marzo 26, 2023
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José María Cano Ayllón vive en su torre particular, una de esas casas de fachada estrecha (¡pero estrecha!) en pleno barrio de San Ildefonso que, nada más abrir sus hojas de madera noble, adquiere amplitud de sala de museo. Arquitecto y, sobre todo, jiennense (de 1970) comprometido con su ciudad hasta las últimas consecuencias, defiende la monumentalización de la capital y la recuperación de su idiosincrasia histórico-artística "sí o sí". 

—¿Eligió usted esta zona de Jaén para vivir, su casco histórico, o fue elegido por él?

—Bueno, mi familia es de San Ildefonso, mis abuelos vivían en la calle San Fernando; hasta los ocho años viví en el Pilar del Arrabalejo porque mi padre era de aquella zona, mis abuelos tenían una taberna en el mismo pilar y dos más en el Mercado, pero en el 78 nos vinimos aquí. Mi vida es de esta manzana. 

—Y aquí se ha quedado...

—Sí, es que a mí la Catedral me tiene que dar su sombra. 

—Ahora que me fijo bien en usted, no desentonaría mucho detrás de una barra de madera y mármol blanco, con una mano en el grifo y la otra en el vaso. Pero la pregunta es otra, ¿nunca pensó en quedarse en cualquiera de esas orillas, la del mar o de la del gran río?

—No, me fui a estudiar a Sevilla, estuve allí nueve años, pero es que soy muy jiennense. Podía haberme quedado en Sevilla o irme a Málaga, ¡pero es que soy muy de Jaén, que es donde estoy a gusto y donde quiero estar!

—Un paseo por sus redes sociales, José María, lo deja más que claro, lo mismo defiende una cancela que le ve el plumero mientras presume del Real Jaén. 

—Sí, la verdad es que soy muy transparente y el que vea mi perfil conoce pronto todos mis defectos. 

—En eso de preocuparse tanto por su ciudad, por su aspecto, su repertorio patrimonial, ¿tiene mucho que ver su condición de arquitecto, o venía de serie en su ADN?

—No sé qué decir. Desde siempre me ha gustado coleccionar cosas antiguas, las hemerotecas... No suelo tirar papeles antiguos, tengo los carnés de fútbol del año 83, nunca he tirado nada. Y el patrimonio, siempre me ha gustado defenderlo. Estando en Sevilla oía aquello de "en Jaén no hay ná", y eso me mataba.

—Por ahí le viene ese jaenerismo entonces, quizá. 

—Sí, siempre me ha gustado defender lo mío. 

—¿Por qué arquitecto: por seguir los pasos de Vandelvira?

—[Ríe] No sé, la verdad es que mi padre me lo inculcó, él era ingeniero técnico y yo, con doce años, ya le hacía los planos con tiralíneas, con los rotring, como se llamaba antes. Los ordenadores vinieron más tarde. Yo, con doce años, casi era delineante. 

—Está claro que ama su ciudad, que muere por ella, que desenfunda la espada en cuanto es preciso para defenderla. ¿Es que no está satisfecho con la realidad de Jaén? 

—Más que nada, me gusta mi tierra y me gusta defenderla. Creo que aquí tenemos recursos y bastante fondo de armario para enseñarlo fuera. Tengo muchos seguidores en Facebook y me gusta ponerles fotos de Jaén, las cosas bonitas que tenemos. Porque siempre, todo el mundo "que en Jaén no hay ná", y tenemos muchas cosas. Así que más que a la gente de Jaén, me gusta enseñarlas para la gente de fuera. 

—¿Qué cosas son esas, señor Cano?

—El patrimonio arquitectónico, el entorno natural que tenemos, que es fantástico. 

—¿Y el Real Jaén? ¿Qué significa para usted la antigua Olímpica Jiennense?

—Igual que me gusta el patrimonio artístico, ahí tengo cajones con periódicos antiguos lo que no está escrito, a lo mejor lo que no tiene ni el Instituto de Estudios Giennenses.

—¿No será usted un nostálgico en el más jaenero de los sentidos de la palabra?

—No, me gusta investigar. Por ejemplo: desde el año 1907 que empieza el fútbol en la ciudad, es que casi nadie ha escrito de ello hasta la Guerra Civil, nadie ha investigado el tema este. A mí me gusta darle una vuelta, sacar información, documentarlo. Los escudos del equipo, por ejemplo: es que nadie sabía cómo era el escudo de 1922, y he ido dándole vueltas, buscando fotos, comprando fotos en hemerotecas antiguas.

—Con el centenario del club tendrá usted tarea entonces, ¿no?

—Claro, ahí estoy metido en la comisión y hacemos lo que podemos. 

—Cuando José María Cano Ayllón pasea por la ciudad, más de uno se extrañará de que se detenga ante elementos que para muchos pasan inadvertidos y los fotografíe; para usted no son detalles sin importancia, ¿verdad?

—La verdad es que sí, el que me vea por la calle dirá: "¿Este hombre qué está mirando, los pájaros, las nubes?". Pero es que siempre estoy buscando, a lo mejor miro y digo "mira qué perspectiva más bonita", he pasado ochenta veces y de pronto dices "¡mira qué foto más bonita!".

—¿Qué se puede salvar de Jaén, qué no se ha perdido del todo? 

—¡Jaén está tan descuidado! Sobre todo lo que es la Judería, que habría que ponerla en valor. Tiene muchas cosas, pero ahora es como una arquitectura de papel; vas por la Judería y hay muchos muros, pero detrás de esos muros hay solares que no tienen vida. Yo se lo digo a mucha gente, que hay que darles algún contenido para que tú vayas allí a algún sitio, no pasar de largo, porque al final son calles con muros. Los restos arqueológicos hay que ponerlos en valor.

—Los solares, los eternos solares...

—En el tema de los solares del casco antiguo hay también una dejadez tremenda por parte de la administración, hay soluciones; solares que se pegan treinta años y no se les busca solución. 

—Con esas inquietudes, con su formación académica, con su querencia a la tierra que lo vio nacer, seguro que más de uno le ha preguntado cómo es que no se dedica a la política. Al fin y al cabo, la conservación del patrimonio también pasa, necesariamente, por los despachos públicos. 

—La verdad es que nunca me ha tentado la política. 

—¿Ni le han tentado?

—A lo mejor alguna vez, pero no... Ahora es verdad que estoy colaborando con algún partido, sí es verdad. 

—¿De manera pública?

—Si ves mis redes sociales... Yo soy muy transparente. 

—Política cultural, claro.

—Yo estaría ahí para lo que me pidieran, pero sí, por Jaén, por el patrimonio. 

—Imagínese con la venera de concejal en su pecho. ¿Qué haría usted, por ejemplo, con esos solares a los que alude en una de sus respuestas anteriores?

—Es que hay solares y solares. En la calle Cerón hay un solar y en la calle Almenas, otro. Solares eternos porque la administración no se ha ocupado de darles solución, porque hay figuras políticas y jurídicas para hacerlo. Hay alguna figura, como la de ejecución por sustitución. 

—"¿Lo qué?"

—Los propietarios tienen una obligación, quien tenga una casa vieja tiene la obligación de mantenerla, y quien tiene un solar tiene la obligación de construir. Es posible que el propietario, por circunstancias, no pueda construir: pues ahí la administración puede buscar un tercero que ayude a construir a cambio de obra o dinero, y esas son figuras legales, pero la administración ese aspecto lo tiene bastante abandonado. 

—A veces, José María, hay quien dice que hubiera sido mejor dejar el solar previo que construir, si el resultado no está acorde con el entorno.

—La verdad es que tenemos un Plan Especial del Casco Antiguo que habría que darle ya otra vuelta de tuerca, porque no está hecho por jiennenses, quienes lo hicieron no conocen las características de la arquitectura jiennense. Ahora, en las redes sociales, hablo mucho, por ejemplo, de las cancelas antiguas. si yo quisiera poner una en mi casa no puedo, está prohibido, y es un elemento histórico de la arquitectura jiennense. Al Pepri hay que darle una vuelta bastante importante. 

—Le van a afear eso de que lo suyo es que quien redacte los planes urbanísticos tenga que ser de aquí, ¿lo sabe, a que sí?

—No digo que tengan que ser de Jaén, pero sí que conozcan la arquitectura vernácula, la que se hacía a principios del siglo XIX o del XX. Igual pasa con las azoteas: mi abuelo, en la calle San Fernando, tenía una azotea estupenda, y ahora están prohibidas. ¿Pero cómo me puedes prohibir una azotea en el casco antiguo? Puedes estar al aire libre, tener macetas... Pues con el Pepri actual, prohibidas. 

—Parece claro que 'el concejal Cano Ayllón' le metería mano al Pepri nada más tomar posesión, que habría azoteas nuevas a mansalva. 

—Sí, sí. Eso ya está todo programado, por escrito, con las propuestas para otro Pepri, lo que debería tener. Eso hay que hacerlo sí o sí. 

—Vienen elecciones...

—Lo principal es que el nuevo equipo de Gobierno que venga, o si se mantienen los mismos, hagan un plan general nuevo, que el que tenemos es del 96 y los usos de entonces no son los de ahora. ¡Vamos a tratar de levantar Jaén!

—Hace pocos días declaraba usted a este mismo periódico su preferencia porque la estatua que Jacinto Higueras fundió con su mecenas como protagonista, José del Prado y Palacio, ocupara un rincón o una plaza de Jaén, que es para lo que fue realizada. La estatuaria urbana, ¿otra asignatura pendiente de la ciudad? 

—Hay que monumentalizar Jaén, hay calles que no son feas, sino que hay que ponerles un poco de sal, darles alegría. En la Carrera de Jesús han puesto dos esculturas, y eso quieras que no monumentaliza la calle y le da bastante alegría. 

—Jaeneros de pro hubo, hay y habrá, muchos de ellos están en los labios de personas como usted constantemente, por su trabajo inquebrantable a favor de su tierra. ¿Cómo es que, con tanto 'abogado defensor', hay tanta tropelía contra Jaén en los libros de historia local?

—La verdad es que hubo una época que quitaron las esculturas de las calles y se las llevaron a la Alameda, no sé la mentalidad que tendrían entonces. 

—A ver si es que eso de quitar, poner y volver a quitar forma parte de la esencia del jaenés... 

—Igual que hemos tirado tres cuartas partes del patrimonio... Eso en otros sitios no pasa. 

—Resumiendo, y tras todo lo dicho: pasea usted por Jaén y ¿cómo vuelve a casa? ¿Con más frustración que satisfacción, o viceversa?

—Las dos cosas a la vez. Un domingo cojo a mi perro, lo saco, me gusta pasear por el centro, me da paz y tranquilidad. Y como me gusta mucho la fotografía ves un sitio donde había un edificio estupendo y dices: "Mira lo que han hecho". Eso me da frustración, la verdad es que sí. 

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