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"Muchísima gente de Jaén todavía no sabe que su traje típico es de pastira"

Por Javier Cano - Noviembre 08, 2020
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Dos soberbios óleos de Cerezo (una pastira y un chirri), un olivar naïf del gran Moral y una fotografía de doña Dolores Torres y Rodríguez de Gálvez presiden el precioso saloncito de la Asociación Provincial de Coros y Danzas Lola Torres, la segunda casa de Pilar Sicilia de Miguel (Madrid, 1940). Directora del grupo de danza de este ensolerado colectivo jiennense, acaba de presentar un nuevo libro en torno a la indumentaria tradicional del Santo Reino. Mezcla de rotundidad y delicadeza, sus palabras destilan pasión por el patrimonio popular de su tierra adoptiva.

Memoria viva: indumentaria costumbrista de Jaén y provincia es su último trabajo sobre un tema que conoce como nadie, y no es el primero... 

—Bueno, yo he publicado muchas cosas, pero como libro solo dos: uno de melenchones y este, los dos con Juan Carlos Navasal (bueno, para mí es Carlos). Eso sí, artículos, conferencias, colaboraciones en revistas, DVD con unos libretos de canciones, partituras, letras... sí que hecho bastante.

—¿Tan rico es este patrimonio como para protagonizar tantas páginas?

—Sí, por supuesto, muy rico. A lo mejor, ahora, si alguien ve este libro y tiene oportunidad, tiene la ocasión de dedicarse a una zona que aún no se conozca, alguien que tenga fotos de bisabuelos y que nosotros no hayamos llegado. Puede ampliarse, claro que sí.

—¿Qué encontrará el lector en este libro, Pilar?

—La indumentaria tradicional que nuestros antepasados llevaron en los siglos XVIII, XIX y hasta mediados del XX. 

—Un recorrido por toda la provincia jiennense indagando, tirando de lo que la gente conserva en sus casas... ¿Esas han sido sus fuentes?

—Efectivamente, sí.

—¿Todas las indumentarias de los pueblos de Jaén aparecen en las páginas de esta obra, o alguno se ha resistido?

—Hay algunos de los que hemos conseguido indumentaria y otros en los que no hemos podido encontrar nada.

—Indumentarias, Pilar, que quizá conserva la gente en sus terrados...

—Claro, claro, no son prendas que se pongan hoy en día. Últimamente, cuando en los pueblos no estaba lo de los coros y danzas, las solían utilizar para los carnavales. La historia de este libro, para poder sacarlo, ha sido tirar del hilo, preguntar a la gente de dónde es, por su familia, si tienen ropas... Nos desplazábamos, y una familia nos llevaba a otra, y esa a otra y así una cadena para obtener todos los datos. 

 

Sobre uno de los suntuosos muebles que decoran el salón donde se realiza esta entrevista, la asociación ha tenido la gentileza de colocar unos trajes típicos de la provincia; rojos, verdes... tonos alegres que contrastan con los sentimientos que, de un tiempo a esta parte, pueblan también los locales de este entrañable colectivo cultural.

 

 

—Y mano a mano, como dice usted, con Carlos, con 'Carletes' [Juan Carlos Navasal Huertas, Valdepeñas de Jaén,1966-Jaén, 2018).

—Entre los dos, sí, tanto monta, monta tanto. 

—¿Pudo ver Navasal el libro terminado antes de su muerte? 

—Prácticamente sí, aunque quedaban muchos flecos por terminar, que no le dio tiempo a ver. Pero bueno, dos días antes de fallecer yo le dije: "¡Ya está el libro terminado!", y él se quedó contentísimo, se fue muy satisfecho. Realmente estaba terminado, a falta de esos flecos solamente. 

—¿Quién ha sido en el mundo del folclore jiennense?

—Ha sido una persona importantísima. Empezó a bailar de niño en la escuela de la parroquia de San Miguel. Los que destacaban de allí nos los remitían a la sede de 'Lola Torres', que dirigía yo, para incorporarlos al grupo de danza, y en él estuvo muchos años. Después no solo eso, sino que llegó a ser instructor del grupo muchos años, hasta que empezó a ejercer como maestro y, al destinarlo fuera, tuvo que ceder y fue sustituido. 

—¿Qué recuerdo le ha dejado?

—Como persona, no puedo decir nada que no sepa Jaén, ha sido excelente, un niño... ¡para mí ha sido mi niño! Desde que tenía dieciséis años hasta que se fue he estado en relación constante con él, ha sido como si se me fuera un familiar, alguien muy querido. A mí me supuso coger una depresión cuando falleció. Sus últimos años fueron muy duros por su enfermedad, estuve con él acompañándole, lo recogía todas las tardes en su casa con el coche y nos íbamos a mi casa a hacer el trabajo... Un golpe durísimo. Era un valor inconmesurable. 

—No es la única pérdida de los últimos tiempos ¿no?

—No, también Rufino Cevidanes (Jaén, 1970-2020), yo estoy hecha polvo con su pérdida. Miembro de una familia que ha pasado entera por aquí; su padre fue compañero mío de baile, porque cuando desapareció la Sección Femenina, todos los que éramos componentes por entonces quisimos que no se perdiera lo que había, que era patrimonio de todos, no de ningún partido político ni de nadie. El grupo de danzas siempre ha sido plural. A los componentes, lo único que se les ha pedido ha sido formalidad. Fuera de esto, la vida de cada uno y su forma de pensar eran respetables. 

—Hablar de los Cevidanes es regresar a los orígenes de 'Lola Torres', ¿verdad?

—Sí. Instituimos la asociación, hubo varios presidentes, luego lo fui yo, pero presidir la asociación y dirigir el grupo era mucho. Despuése presentó Rufino (padre), que estuvo muchos años, y sus hijos se han criado aquí, prácticamente, esta era su casa. Los cuatro se han criado aquí. Para Rufino hijo (y para todos los hermanos), la asociación era lo más. 

—Habla de él con admiración...

—Estaba de director del Folk del mundo y lo llevaba a sangre. Para nosotros, a nivel personal, fue un mazazo eso de que nos llamaran por teléfono para decírnoslo, no nos hemos repuesto. Abrir estas puertas y que Rufino no esté en la oficina, donde estaba siempre con sus gestiones, o haciendo cosas de la asociación, de las cofradías, de los anderos, del grupo rociero... Yo me iba a la escalera y le decía: "¡Rufino, baja ya, que estamos ensayando!", y él contestaba "ya voy". Esto es muy cuesta arriba, no ver a Rufino. 

—Si le ponen la calle que se le pide en las redes sociales, será el segundo componente de la asociación que tenga una, junto con la propia Lola Torres. ¿Sabe cómo va ese asunto, Pilar?

—No sabemos nada, eso es una propuesta que hay y que ha tenido bastante respuesta, pero por el momento... Eso lo lleva el Ayuntamiento, hasta que no pase tiempo yo creo que no llegará.

—Hablando de tristezas: el coronavirus, ¿ha influido en la redacción del libro o ya estaba terminado cuando se decretó el confinamiento?

—No, ya estaba terminado. Se ha presentado de una forma francamente muy triste, eso sí. Teníamos prevista una bonita presentación, vestidos los componentes del grupo con los trajes, según los modelos que hemos ido encontrando. Tenían ilusión por vestirse y acompañarnos, en este caso acompañarme, para que fuera más lucida; Carlos dejó hecho un power point (creo que se dice así) para que, mientras explicábamos el libro, se vieran imágenes. Tenía él mucho interés en eso. Y claro, que solo se haya presentado con una fotografía, solo con el diputado... ha sido muy triste. Pero bueno, ya está el libro fuera.

—¿Es este un libro necesario? ¿Los jiennenses valoran su folclore, las antiguas indumentarias?

—Es una asignatura pendiente todavía. Con tanta propaganda como nosotros intentamos hacer constamente, incluso el traje de pastira muchísima gente de Jaén no sabe que es el típico de Jaén. Y mira que nosotros entramos, salimos y vamos vestidos por las calles. La gente nos dice: "¿De qué vais vestidos?". Yo me pongo mala.

—¿Más desconocimiento que desinterés, entonces?

—Las dos cosas. 

—Si usted tuviera el poder suficiente, ¿por dónde empezaría para intentar que este patrimonio cultural calase entre la gente, que interesase? ¿Desde dónde hay que empezar a divulgar este acervo?

—Empezando por la Universidad Popular, que ya lo dice el nombre. La UP podría tener una escuela, si quieren con una titulada (yo no tengo ningún título de danza, empecé en Córdoba pero tenía que ir cuatro días a bailar y lo dejé). Esto, para mí, ha sido un hobby, yo he sido funcionaria, tenía que cumplir con mi trabajo y atender a mis padres. Tengo la enseñanza de la vida y la práctica de muchos años dedicados a esto. 

—Muchos, pero muchos años, ¿no?

—Empecé de niña, vine a Jaén con diez años y desde entonces no he dejado de bailar. Ahí he estado haciendo todo el trabajo que he podido, aprendiendo con el tiempo. Como me ha gustado, si he visto una película o un espectáculo flamenco o de ballet (me gusta todo el baile), lo he intentado hacer y lo he llevado. También es verdad que en mis vacaciones, en vez de irme a visitar la India u otro sitio, el dinero que podía permitirme lo he gastado en irme a Madrid o a Jerez a que me dieran clases de baile. He hecho lo que he podido para formarme. 

—¿Es posible que la vinculación de este tipo de asociaciones con entidades como la Sección Femenina ha lastrado la visión de la gente en torno a estos colectivos, o esta pregunta es un auténtico disparate?

—No es ningún disparate, eso es un lastre que todavía arrastramos. Los bailes de la Asociación de Coros y Danzas Lola Torres... eso todavía pesa, lo que pasa es que hemos sido gente jóvenes que hemos dicho "no"; nosotros lo que estamos es fomentando e intentando divulgar nuestro folclore, luchando por nuestras tradiciones, y no van a poder con nosotros, nos ayuden o no nos ayuden, porque vamos a seguir erre que erre. 

—Esa percepción, ese tufo del anterior régimen, ¿lo percibe solo entre la gente, o también por parte de las instituciones?

—Las instituciones nos ayudan. Tengo que decir que este libro, y todo lo que tenemos publicado, que son cosas magníficas, todo ha sido editado por la Diputación. Estamos muy agradecidos a la Diputación, a su área de Cultura y Deportes, no tenemos con qué agradecerle, nos han apoyado, patrocinan el Folk, nos editan todos los DVD que hemos hecho. También el Ayuntamiento, lo que pasa es con el Ayuntamiento, como anda tan mal de dinero, sí tenemos problemillas, andamos siempre a la gresca en ese asunto [ríe]. Colabora y trabaja con nosotros, pero... Es más la gente en general, que piensa que como esto viene de atrás... y además que bailamos siempre lo mismo. 

—Que bailan siempre lo mismo... ¿Y es verdad?

—Pues no, tenemos setenta y cuatro bailes montados, recogidos, que son diferentes todos unos de otros, aunque se parezcan. Hoy todo el mundo vamos con pantalones vaqueros generalmente, pero no son iguales. Y la parte de arriba tampoco es igual, unos con lentejuelas, otros con flores... Pasa exactamente igual con los trajes.

 

Pilar Sicilia muestra las piezas de indumentaria que pueblan el salón, explica sus detalles, identifica su tipología y su zona de origen. Da gusto escucharla.

 

—¿El rojo, por ejemplo?

—Ese es de Úbeda, y el verde de La Iruela. Parecen iguales, pero no. En los DVD lo explicamos por zonas, hemos editado ya Sierra Mágina, después Sierra Sur, hemos hecho Segura y el último, Cazorla. Ahora estábamos inmersos en la Sierra de Jaén, que ya tenemos grabado el Bolero de Jaén y el Bolero de Villargordo, y estamos pendiente de grabar El Condado y Las Villas, para hacer un compendio, un mapa del folclore, que no estarán todos, pero no podemos más. Dependemos también de los presupuestos. Hace años, pedí a muchos pueblos que fuéramos a grabarles los vídeos, pero no nos contestó nadie, los concejales no están muy interesados. 

—En esta época del reggaeton, ¿qué haría para que este patrimonio popular calara entre los jóvenes?

—Calar, se podría si, como vosotros ahora, y la radio, tuvieran programas específicos. Es muy triste que cuando llegan las Lumbres de San Antón la gente quiere cantar melenchones y bailarlos, pero resulta que no saben. ¿Por qué? Porque no se da. Lo mismo que ponen una canción en la radio y la machacan y pimpán pimpán, podrían tener cinco minutos para esta música, de modo que la gente la aprenda.

—Hablaba usted del Bolero de Jaén. Otro gran desconocido, ¿no cree?

—Precisamente me han hecho una entrevista para Canal Sur, y Manuel Lombo, que es el presentador del programa [Música para mis oídos] y cantaor de flamenco, resulta que estuvo aquí hace años en un curso que dimos para toda España para aprender el Bolero de Jaén, a petición de todos los grupos. Nuestro bolero lo tienen como obra maestra dentro del folclore de la escuela bolera, porque boleros populares apenas si hay (en Andalucía, en concreto, no hay). Ha habido congresos por toda Andalucía de jotas, fandangos, seguidillas y boleros, y el único que se pudo presentar fue el nuestro. 

—Esa es una buena noticia.

—Cada vez es más conocido, sí, y es algo de lo que yo me siento muy orgullosa, porque cuando bailaba (en los años sesenta y tantos), la gente ni nos miraba. Como no se cantaba, era muy aburrido, decía la gente. Eso a mí me dolía, y siempre que hacíamos una actuación desde que me hice cargo del grupo pensé: "Os vais a comer el bolero por narices". Y en todas las actuaciones, el bolero, y el bolero. Ahora, dentro de España, nosotros no podemos salir como grupo de danza sin el bolero, nos lo piden, nos lo exigen. 

 Pilar Sicilia de Miguel viste el traje de pastira.
Pilar Sicilia de Miguel viste el traje de pastira.

—Entiendo que se sienta orgullosa.

—Nos llena de orgullo, pero a mí, a la vez, me da tristeza: ¡que nos lo pida la gente de fuera de Jaén, que tengamos que ir obligatoriamente con el traje de pastira y bailar el bolero y que aquí, en Jaén, la gente no quiera ponerse el traje de pastira! Pues es así. 

 

Sicilia habla de Jaén como una hija de su madre; por su acento, nadie podría decir que la primera luz que vieron sus ojos no era de aquí. Pero sí, es andaluza y jiennense adoptiva. Eso sí, lleva tantos años en la tierra del ronquío que a ver quién le discute la 'nacionalidad'. "Donde quiera que se esté bien, allí está la patria", o eso, al menos, dijo Cicerón hace la tira de siglos. Parece que el orador romano pensaba en Pilar Sicilia de Miguel cuando se cuajó la célebre sentencia.

 

—Toda una embajadora de las costumbres, el folclore, el universo jiennense y es usted madrileña de nacimiento. ¿Cómo, cuándo llegó al Santo Reino?

—Mi padre era empleado de Telefónica, después de la Guerra lo trasladaron a Granada y posteriormente a Jaén. Yo vien aquí con diez años. Nací en Madrid, en el año 40, recién terminada la Guerra Civil, estaban las cosas muy duras, y ya no me he querido mover. Cuando jubilaron a mi padre, mi madre, que era muy madrileña, propuso irnos a Madrid, pero yo le dije: "Mamá, yo no, mi vida la tengo en Jaén, yo no me voy de Jaén".

—Y eso que no ha formado familia aquí, que no la atan los hijos... Eso es amor verdadero a esta tierra, sí señor.

—Pues no, me he dedicado a bailar y no voy a dejar hijos jiennenses.

—Y el amor al baile, ¿de dónde le viene? ¿De familia?

—De casualidad. Cuando vinimos, fuimos a vivir a la calle Montero Moya. Justo ese año, la sede de la Sección Femenina se trasladó ahí, a la que hoy es Plaza de los Naranjos y entonces era de Pilar Primo de Rivera. Yo vivía en esa calle y oía música. En mi casa (esto es gracioso), cuando vivíamos en Granada, los músicos de las zambras del Sacromonte eran vecinos nuestros; entonces, cuando llegaban de madrugada, a las siete de la mañana o cosa así, le daban serenatas a mi madre. Ella se levantaba, y mi abuelo; mi padre se ponía de morros y en un patio central de la casa, empezaban a tocar y mi madre cantaba maravillosamente, mi abuela bailaba y yo con ella, haciendo cucamonas: ¡era muy chiquitilla! 

—Eso en Granada, pero en Jaén ¿cómo le entró el veneno del baile? Vivía usted junto a la Sección Femenina y...

—Sí. Una vez aquí, mi madre seguía cantando mientras limpiaba la casa, era un canario. Yo oía música en la Sección Femenina, me escondía; había una escalera y una reja que daba un patio, me escondía para que no me echaran y veía bailar a las mayores, que me gustaba. Luego pusieron las Juventudes de la Sección Femenina y empecé a ir a bailar, primero como margarita, luego como flecha y ya pasé a la Sección Femenina.  

—Si llega a vivir en otra calle, en otra zona, lo mismo su destino hubiera sido distinto.

—Si llego a vivir en la otra punta de Jaén, posiblemente no hubiera bailado, mi vida hubiera sido otra. 

—Una vida en la que el deporte y la igualdad también han tenido mucha importancia, ¿no?

—Sí, he compartido mi vida con el deporte. Yo, ahora, me río mucho con mis amigas cuando vemos que las mujeres se ofenden porque les digan que son guapas u otra cosa. Yo he sido una mujer luchadora por la libertad de la mujer, por la igualdad, pero sin estridencias. Yo he jugado a baloncesto, con esta talla que tengo, a balomnano... en el único campo de deportes que había en Jaén, la Victoria; era de tierra, y cada vez que íbamos un grupo teníamos que coger la regadera sin panocha para marcar el campo; lo marcabas, jugabas y cuando llegaban los siguientes, otra vez a marcar el campo. Nos insultaban, nos decían de todo los niños de Magisterio y los de Peritos: "¡A zurcir calcetines, vete a tu casa...!". De todo. Y es que, como femeninas, ocupábamos unas horas que querían para ellos. Yo he sido pionera en el deporte de la mujer en Jaén.  

—Cuando llegó a Jaén, antes de todas esas aventuras que relata en el viejo estadio jiennense, Lola Torres aún vivía. ¿Llegó a conocerla?

—Yo he sido una alumna predilecta de doña Lola Torres. Cuando vine a Jaén, en la calle Montero Moya, enfrente, a espaldas del Obispado, había una escuela que pertenecía al Sagrario y dirigía una teresiana. Estaba frente a mi puerta y esa fue mi escuela. Como centro municipal, íbamos una vez a la semana a la calle Compañía, que es donde impartía clases de Canto. Ella nos tomaba las voces, nos seleccionaba por bancos y sitios. A mí me ha gustado cantar, he cantado bien, y me ponía en el primer banco, en el primer sitio. 

—A día de hoy Lola Torres es todo un mito local, con el que usted se codeó a diario.

—Tenía un corillo (ella lo llamaba así) para cantar en celebraciones religiosas, y yo iba a su casa de la calle Cañuelo de Jesús a ensayar. Yo era la más jovencilla, he pasado navidades y días preciosos allí con Remedios González (hija del cronista González López), que fue la que, en el colegio, cuando fueron a enseñarnos villancicos, me descubrió: "Esta niña canta muy bien".

—¿Cómo era la gran folclorista jiennense, que actualmente da nombre a una glorieta de la capital?

—Era un primor. Tenía un carácter tan dulce, era tan agradable... La gente joven se volvía loca por entrar en su casa, que era un rosario de gente joven que estaba con ella. De mí se puede decir que tengo genio, mucho carácter, pero doña Lola Torres era una maravilla. No creo que haya nadie que hable mal de ella. Tengo partituras firmadas por ella y un piano de porcelana que me regaló su hermana doña María, para que lo tuviera de recuerdo. 

—Qué pena que no hubiera móviles en esa época, esas fotos no tendrían precio.

—Ohhhhhhhh.

Vídeo y fotos: Esperanza Calzado

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COMENTARIOS

Ramón Sánchez

Ramón Sánchez Noviembre 08, 2020

Qué lastima que no se haya adornado el reportaje con los trajes de cuerpo entero, y un enlace para un vídeo del Bolero de Jaén.

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Manuel Carlos Sáenz

Manuel Carlos Sáenz Noviembre 08, 2020

Una entrevista muy bien traída para resaltar el perfil de Pilar Sicilia que ha aportado tanto a nuestro patrimonio cultural

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