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"Cualquier persona, con cualquier constitución física, tiene cabida en el rugby"

Por Miguel G. Barea - Mayo 19, 2019

César Carazo (Torredonjimeno, 1961) confirma el estereotipo propio de su deporte. Abogado de profesión, el actual presidente del Jaén Rugby descubrió el balón oval en sus años universitarios en Granada. Tras un parón, consiguió reengancharse gracias a un sobrino que heredó su nombre, apellido y posición en el campo.

Nos recibe en su despacho del Paseo de la Estación una mañana soleada de mayo, si bien nuestra entrevista transcurre en plena calle "para aprovechar el buen tiempo". Pese a llevar poco tiempo en su cargo, Carazo se expresa con la seguridad propia de los letrados. Hablamos de historia, deporte y valores, tres aspectos imprescindibles para entender un deporte minoritario que poco a poco se va consolidando en Jaén gracias a los esfuerzos quijotescos de sus aficionados y practicantes. 

—Empecemos por lo más concreto: ¿cómo llega César Carazo al rugby?

—Yo estaba estudiando en Granada, en la universidad, en 1979. Antes ya había hecho mucho deporte. Me metí en el equipo de balonmano de la facultad, y entonces unos amigos que jugaban a rugby en un colegio mayor me dijeron que por qué no jugaba con ellos, que necesitaban un pilar. Y me acerqué, me gustó y estuve tres años jugando. Luego el equipo desapareció y yo dejé el rugby. Y al cabo de los muchos años, al volver a Jaén, tengo la suerte de que un sobrino juega en el Jaén Rugby desde que tenía seis o siete años, en el mismo puesto en el que yo jugaba en Granada. Eso hizo que volviera a retomar mi contacto con el rugby. Aparte de que a mí el fútbol nunca me ha gustado, a mí me da igual hasta que juegue la selección. Sin embargo, los partidos de rugby, siempre que tenía oportunidad, pugnaba por verlos. Con la desgracia para mí de que apenas se televisan.

—¿Cómo ha sido la evolución en Jaén del rugby desde los ochenta, cuando se empieza a practicar, hasta la actualidad?

—El conocimiento que tengo del rugby en Jaén es porque me lo han contado; yo no lo he vivido. Yo empecé a jugar en Granada en 1979 y aquí en Jaén, el primer año que tengo conocimiento de que se juega al rugby es 1988. Hay una persona a la que hay que nombrar, porque es el responsable de que se empezara a jugar a rugby, que es Miguel Sainz. Él vino de Madrid a estudiar aquí. Lo primero que hizo fue intentar continuar jugando, y se dio cuenta de que en la Universidad de Jaén no había rugby y en la ciudad tampoco. Entonces contacta con un grupo de gente, le habla de este deporte y parece que les gusta. Y forman un equipo, que no se podía llamar ni club: no tenían instalaciones, aquello era un desastre. La primera temporada que compiten es la 89/90. Curiosamente, en esta campaña se cumplen 30 años de la primera vez que un equipo participa en una competición oficial de rugby. Desde ahí empieza a tener cada vez más practicantes, se dan cuenta de que no tienen entrenador, de que los resultados son un desastre... y deciden buscar un entrenador.

Se enteran de que un aparejador de Jaén había estado jugando al rugby en Granada en sus tiempos de universidad y contactan con él. A él le resulta raro. Primero que sepan que jugó a rugby, segundo que le pidan que les entrene, porque no era entrenador, solo había sido jugador. Pero accede. Estamos hablando de José Miguel de La Torre, actual presidente del Colegio de Aparejadores. Se puede decir que es el primer entrenador de rugby de Jaén. A partir de ahí, llega un momento en el que hay tres clubes en la provincia: el CAU (Club Atlético Universitario); el Sporting Rugby, también en Jaén; y en Linares, un equipo que se llamaba Mineros. Entonces, esos tres equipos se fusionan en 2003, y fundan el Jaén Rugby. Desde entonces, ininterrumpidamente el club ha ido teniendo más practicantes, que conforme iban terminando sus carreras deportivas empezaban sus carreras profesionales, y claro, de ser estudiantes sin capacidad de colaborar económicamente pasan a ser profesionales que pueden aportar algo.

—¿Y respecto a las instalaciones?

—Durante mucho tiempo, el club Jaén Rugby no era un 'club', sino un 'equipo', porque ha estado nómada muchos años. Ha llegado a jugar como local en Mengíbar, en La Carolina, en Motril.... Finalmente, el campo de Las Lagunillas se habilitó como campo de rugby. Hasta el año pasado los postes había que ponerlos cada vez que había un partido, hace poco se consiguió que el Ayuntamiento, que es el titular de las instalaciones, los pusieran fijos. Es un logro muy importante. Pero claro, tenemos un equipo en División de Honor y la Federación Española exige el cumplimiento de una serie de requisitos. Este año toca revisar la homologación del campo. El campo no cumple; los vestuarios se encharcan porque no desaguan el agua de las duchas, el vestuario del árbitro no tiene agua caliente... y es que aquí ha jugado gente que está en la selección española. Cuando vienen y ven las instalaciones que hay... es como si cualquier jugador de la selección española de fútbol hubieran venido al campo del Real Jaén a jugar. Hemos estado en contacto con el Ayuntamiento, que parece que tiene buena disposición. El principal problema que se presenta es la capacidad económica con la que cuenta el consistorio en este momento. No obstante, podría darse la situación de que si la Federación no homologa el campo, pues que tengamos que ir a jugar a otro sitio. Y eso sería una auténtica barbaridad.

—¿Cuál es la actual situación deportiva del Jaén Rugby?

—Un logro importante conseguido por las distintas directivas y todos los jugadores son las escuelas de Jaén Rugby. Ahí empiezan niños menores de seis años; hay un equipo sub-6, de ahí pasan a ser sub-8; así van pasado hasta los sub-18. A partir de aquí pasan a ser sénior, y engrosan los tres equipos que hay de sénior, el C, el B y el A. Este último juega en División de Honor. Luego está el equipo de veteranos. También hay otro equipo femenino y uno universitario. Tenemos alrededor de 400 fichas deportivas entre todas las categorías, y los logros deportivos que se están consiguiendo son grandísimos, porque lo importante para nosotros es la cantera de jugadores y la promoción del rugby en la ciudad. De hecho, este año la Asociación de la Prensa nos ha concedido el Premio de Promoción Deportiva. Nuestro problema es que algunos jugadores que pasan a ser sénior el año que viene van a estudiar fuera de Jaén.

Es un problema para nosotros, que somos una ciudad pequeña: se nos van jugadores fuera y son pocos los que vienen y nos pueden nutrir. Lo importante a mi juicio, que a mí me da una alegría muy grande, es que cuando vas cualquier tarde al campo ves siempre a niños de cinco o seis años jugando. Ves que se están enganchando a un deporte que poco a poco en Jaén se hace mayor. Por otro lado, el año pasado el equipo en División de Honor consiguió llenar el campo de Las Lagunillas, algo que no se ve en ningún otro deporte. Eso te da alegría y te hace ver que con los pocos medios con los que contamos el rugby va creciendo en Jaén.

—¿Cuenta el club con algún proyecto de colaboración con las escuelas para fomentar este deporte?

—Sí. Además de colaborar con el Ayuntamiento en la escuelas de verano, estuvimos hablando con el concejal de deportes para introducir en los colegios el llamado 'rugby toque'. Consiste en una variante de este deporte que se puede jugar en cualquier superficie, porque no hay placajes. Los niños juegan con un cinturón del que cuelgan dos cintas de distinto color, y cada equipo tiene que quitar las cintas a un contrario que lleva el balón. Pero si lo tiran al suelo, hay sanción. Requiere convocar a los profesores de Educación Física de los colegios, explicarle las reglas y facilitarles el material. Por lo general, los docentes suelen estar muy familiarizados con los valores del rugby, sus beneficios y su falta de violencia.  

—Precisamente sobre eso le quería preguntar, ¿qué opina de esa imagen de brutalidad del rugby que se percibe desde fuera?

—Que no es real. Siempre se ha dicho que el rugby es un deporte de brutos jugado por caballeros. Es un deporte de contacto, eso es indudable, pero es un deporte de contacto sano. No hay entradas graves. De hecho, la propia federación y los árbitros penalizan placajes que hace unos años eran correctos. Ahora, el mero hecho de hacer un placaje alto está sancionado. Y luego, al terminar el partido se juega el 'tercer tiempo'. O sea, el rugby se compone de dos tiempos de 40 minutos de juego efectivo. Luego está el tercer tiempo, que consiste en que los dos equipos y el conjunto arbitral comen y beben juntos, algo impensable en cualquier otro deporte. Además, cuando hay una lesión en rugby, normalmente se debe a la falta de preparación física del lesionado. Otra cosa que a mi juicio es destacable es el hecho de que cualquier persona, con cualquier constitución física, tiene cabida en este deporte. El gordo, el flaco, el alto y el bajo cumplen su función en el campo.

—Sigamos con las particularidades. Muchos jugadores de rugby, aficionados y profesionales, cuentan con estudios universitarios. ¿A qué se debe esa relación tan estrecha entre deporte y academia?

—A mi juicio se debe a que, como el rugby nació en Irlanda, cuando llega al resto de países es a través de los universitarios. De hecho, mi contacto con el rugby se inicia en la universidad. Sin embargo, los jugadores jóvenes han conocido este deporte a través del colegio. Dado que practicar este deporte merma el tiempo de estudio de los chavales, nosotros se lo dejamos muy claro a los padres. Les decimos: “Tu hijo, en el momento que no saque buenas notas, dile que no venga a jugar a rugby, ya verás cómo se esfuerza para poder venir a entrenar dos o tres tardes en semana”. Los propios clubes fomentan que los niños estudien. Primero, egoístamente, para que los padres les dejen competir. Segundo, porque no es lo mismo contar con un zoquete que con una persona con formación, ni para la competición deportiva ni para la sociedad en general. La propia filosofía del rugby hace que estudio y deporte vayan de la mano.

—¿Qué le dirías a toda esa gente interesada en este deporte que, por la razón que sea, no se ha acercado a conocerlo? En otras palabras, ¿por qué jugar al rugby?

—Porque es un deporte que te va a formar en todos los aspectos. Primero, físicamente: para conseguir tus objetivos deportivos y evitar lesiones debes estar en buena forma. Luego, todos esos valores y ese compañerismo son también muy importantes, no solo desde el punto de vista deportivo, sino de tu formación como persona. ¿Qué hacer para atraerles a este deporte? Simplemente con decirles que bajen un día a Las Lagunillas a ver un partido es suficiente. Yo conozco gente que me ha dicho, “yo no me imaginaba que esto fuera así, ¡aquí no hay ni una bronca!”. O si no, que bajen al niño con ropa deportiva cuando entrenen las categorías inferiores, ya verás cómo enseguida sale corriendo y se mete a jugar encantado.

Fotografías y vídeo: Esperanza Calzado.

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