Esaú Castillo y la disciplina del boxeador en solitario

El campeón linarense se aclimata a entrenamientos sin contacto físico y sin el horizonte de un torneo

Es un reto diferente el que vive ahora Esaú Castillo (Linares, 1985). Boxea en solitario, no puede practicar con un compañero porque el contacto físico es imposible en el contexto de la segunda ola. "Es difícil entrenar sin tener un torneo para el que prepararse", expresa en alusión a la incertidumbre del futuro competitivo.

Castillo entrena en el gimnasio Aníbal de Linares, donde también imparte clases. El temor al bicho se nota: ahora tiene un 30% de los alumnos que tenía en condiciones normales. "La gente no viene por miedo. Está claro", dice en declaraciones a este diario.

El boxeador saltó al circuito profesional el año pasado. Compite en la categoría supermediano (76,5 kilos) y ahora controla el peso con un hándicap mental: no sabe cuándo será la próxima pelea. "Normalmente intento estar en 80 ó 81 kilos para bajar rápido cuando sé que tengo un combate", expone.

Las restricciones que tuvo Linares por efectos de la pandemia también han influido en la preparación, porque acostumbra a estar solo, alternando los ejercicios cardiovasculares con el saco. Además, va tres veces a la semana a Jaén para estar bajo las órdenes de su mentor, Raúl Buendía, exboxeador y gerente del gimnasio Sugar Ray. Buendía le da una tabla con los ejercicios que debe seguir en Linares.

La historia de Esaú Castillo es la de un chico que empezó con la práctica del kickboxing a los 15 años y pasó al boxeo al filo de la treintena. En amateur arrasó: subcampeón de Andalucía de peso medio y bronce en el campeonato de España de clubes en 2017; campeón de Andalucía en semipesado y bronce de España en el campeonato absoluto en 2018, y también medalla de bronce en Odivelas Box Cup, celebrado en Portugal. Además, aquel año fichó por el Mazinger Murcia y compitió en la Liga Sport, la primera de boxeo en España. Ahora Castillo recuerda esos títulos con la ilusión de competir. De momento persiste en un contexto que ya empieza a ser familiar: luchar casi en silencio, en solitario.