Cerrar Buscador

"No hay quien pare una nube"

Por Fran Cano - Agosto 17, 2018
Compartir en X @FranCharro

La tormenta con granizos en Frailes deja inundaciones en pisos y en algunos establecimientos; el olivar aguanta el envite

Eran los granizos golpeando contra las ventanas.
Eran también riadas de lluvia blanca bajando por cuestas de Frailes, y el río con un caudal frenético. El diluvio empezó sobre las 18:00 horas de ayer, y enseguida invitaba a daños más o menos importantes. Habría consecuencias.

Ya con la lluvia vencida, aún con el cielo medio negro, partes del pueblo parecían una gymkhana con estampas de barro. Las piedras en medio de caminos como el del Cerrilo anunciaban los desperfectos. El temporal había entrado en algunas casas.

Como en la de Nazaret Gallego, cerca del parque de Las Cuevas. Ella, su pareja y sus padres se afanaban por sacar el agua del bajo de la vivienda. Un colchón en medio, mojado, era la imagen más optimista; lo peor quedó atrás.

—Y la despensa —apuntó Gabriel Gallego, el padre.
En la despensa, los mismos problemas. Los restos de agua negra, acumulados porque el alcantarillado no tragaba a tiempo, daban cuenta de las complicaciones de la familia.

No eran los únicos con incidencias.
En el centro del pueblo, enfrente del gimnasio, un grupo de vecinos ayudaba a una residente cuyo bajo también estaba inundado. No paraban de entrar y salir del bajo vecinos con cubos de agua.

Entre el gimnasio y la vivienda afectada, la mayor parte de la pista de petanca era un charco. Allí donde cada tarde juegan decenas de mayores, adultos y niños no había más que agua.

 Estado de la pista de petanca tras la lluvia.
Estado de la pista de petanca tras la lluvia.

Sufrieron problemas empresarios de la zona, como el propietario del gimnasio, que recibió ayuda a tiempo para evitar que las máquinas quedaran afectadas. Pudo haber complicaciones en la ludoteca local. En ambos casos, todo quedó en nada: el gimnasio pudo seguir abierto, y la acumulación de agua en la terraza de la ludoteca no penetró en la habitación, que no tenía actividad en ese momento.

Las terrazas de los bares, en punto muerto obligado.

Junto al balneario, en una nave de la calle Santiago Cano rodeada de hortalizas, una familia tenía el agua en las botas. Un joven fregaba y fregaba con chanclas, el barro mojándole aún los tobillos.

—Llevamos dos horas —lamentaba una mujer, el cansancio en el rostro.

Su casa, ubicada en la calle San Pedro, también estaba con filtraciones.

El más mayor contó a este periódico que un vecino lo había alertado. Temió el hombre por la vida de dos perros que estaban en la nave. Los animales, sin el cielo a balazos, estaban tranquilos; la joven de la familia los acariciaba, pasado el temporal, intentando que el agua robase el mínimo espacio.

—No hay quien pare una nube —convino el mayor.

La familia, que no reside habitualmente en el pueblo, no pudo evitar aquello de 'vaya vacaciones'.

EL ACCESO AL PUEBLO, REGULADO

El tráfico de acceso y salida de Frailes en dirección Alcalá quedó regulado con la intervención de operarios. El terreno de los viñedos era testigo de cuánto había caído. Vecinos colabaron para retirar agua de las instalaciones de la quesería local. 

Agricultores consultados por Lacontradejaén se acercaron a terrenos próximos a la gasolinera para testar el impacto del granizo.

—Nada. Están bien. Por arriba no han sido tocados —explicaba un hombre en alusión a los olivos. Hablaba desde el coche, con su pareja al lado.

Solo se habían caído algunas aceitunas.

—Nos ha quedado trabajo —dijo la mujer.

La tierra, el agua y el barro. Trabajo.

Vídeo y fotos: Fran Cano

He visto un error

Únete a nuestro boletín

COMENTARIOS


COMENTA CON FACEBOOK