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NO ES UN CUENTO DE NAVIDAD (OTRA VEZ)

NO ES UN CUENTO DE NAVIDAD (OTRA VEZ)

Por Fran Cano - Diciembre 25, 2021
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¿Quién recuerda la Navidad del año pasado, la primera del Covid-19? Jiennenses relatan el cambio en sus vidas en las dos últimas Pascuas marcadas por el coronavirus

¿Tiene usted, querido lector, buena memoria? Entonces seguro que recordará cómo era la vida en Jaén en la primera Navidad con pandemia, la de 2020: regresó el Estado de alarma en el umbral de las Pascuas; había toque de queda; sólo se podía salir de cada municipio por motivos de fuerza mayor; las mesas en la hostelería no podían superar los diez comensales, y hubo horarios especiales en el comercio y en la restauración para Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo.

Un año después, Jaén asume la última obligatoriedad de la pandemia en plena sexta ola: ha vuelto la mascarilla a exteriores, asoma la amenaza de restricciones severas ya conocidas aun con más del 90% de la población vacunada, el hartazgo crece y el Covid-19 enturbia todo. Nadie habla de cuentos de Navidad ni de villancicos —hay pueblos que han suspendidos su programaciones— con el auge de las variantes delta y ómicron; todo suena otra vez a pesadilla.

María de los Ángeles Romero es esteticista en Frailes. Atiende a un cliente en su negocio antes de la llegada del día 25 de diciembre. Si echa la vista atrás, reconoce que comercialmente le fue muy bien el año pasado.

—Como había restricciones de movilidad, la gente se volcó con la idea de comprar en el pueblo. Reinó esa mentalidad y recuerdo que vendí muchos regalos —comenta.

En efecto, uno de los mensajes de la pandemia que todavía sigue vigente casi dos años después es el famoso 'compre en su pueblo' o 'compre en su barrio'. Las asociaciones y las federaciones insisten en esa idea, más poderosa cuando no era posible coger el coche y viajar a la ciudad o a la provincia de al lado.

 María de los Ángeles Romero, esteticista en Frailes. Foto: Fran Cano.
María de los Ángeles Romero, esteticista en Frailes. Foto: Fran Cano.

Darío Fajardo, vendedor en Media Markt, trabajaba de repartidor en MRW en la Navidad de 2020. El 'boom' del comercio electrónico fue tal en el primero año del coronavirus que coches como el de Fajardo viajaban con paquetes que invadían el cristal delantero del automóvil.

—Aquello fue una pasada. La gente incluso compró por internet la comida para las fiestas —dice en un viaje en BlaBlaCar con este periódico, y recuerda que a comienzos de 2021, cuando cambió de trabajo para ingresar en la tienda Media Markt del Jaén Plaza, continuaban los horarios restrictivos para el comercio. Salía de trabajar y no podía a ir a ningún sitio a tomar nada; todo estaba cerrado.

—Este año me quedo en casa. Paso de rollos. Como mucho, me juntaré con amigos en una cochera —dice, y asegura que está muy molesto con la medida del certificado Covid implantada por la Junta de Andalucía.

EL CERTIFICADO, EL REMEDIO MENOS MALO PARA LA HOSTELERÍA

Es otra de las grandes novedades al comparar las Pascuas del coronavirus: la obligatoriedad del certificado para entrar en establecimientos de hostelería, ocio y esparcimiento hasta el próximo 15 de enero. Ramón Calatayud, consejero delegado de Hosturjaén, admite que la confusión ha reinado en los primeros días de la medida. "Ha pasado un poco de todo. Hay hosteleros que creen que si lo piden salen perjudicados, porque en otro bar no lo hacen... Al principio es normal que sea difícil implantarlo", expresa en declaraciones a este periódico.

El colectivo Hosturjaén ha sido muy crítico a lo largo de la pandemia con las medidas tanto del Gobierno central como de la Junta que han afectado al sector. El tono es más sosegado al analizar el impacto del pasaporte. "Desde luego, entre limitaciones de horario o aforo y el certificado, mejor éste. Hay establecimientos que no tienen terraza, de modo que si se oponen al pasaporte, sólo les queda cerrar", analiza.

Camareros consultados por este medio reconocen que el ingenio se ha agudizado, en el peor sentido de la expresión, con el pasaporte: hay 'trafico' de códigos QR y a veces el que se muestra en el móvil no corresponde con el del cliente. La nueva 'piratería'. Sí proliferan en las redes sociales vendedores de entradas para cotillones. Jóvenes que iban a ir a esas fiestas y que no irán por la obligatoriedad del certificado.

Las cancelaciones de comidas de empresas han sido inevitables con el ritmo de contagios en la sexta ola. "Han minado lo que iba a ser una Navidad muy buena para la hostelería", dice Calatayud, al tiempo que reconoce que hace un año el escenario era mucho más pernicioso para el sector. "Esta Navidad será más positiva, seguro. En 2020 no podíamos ni salir de la provincia y había toque de queda", subraya Calatayud, quien ya tiene las tres dosis.

"ESTOY MÁS TRANQUILA: MIS HIJOS YA ESTÁN VACUNADOS"

María de los Ángeles Morales, madre de dos menores de trece y ocho años, vivió las fiestas sola en casa hace un año. Le tocó pasar el Covid y durante las fiestas estuvo de baja por la enfermedad:

—En Nochebuena me puse Paquita Salas en Netflix y no salí. Es verdad que había un toque de queda ampliado, pero a mí no me afectó.

La vida le sonríe 365 días después. Esta Navidad sí podrá pasarla en familia en San Ildefonso (Jaén) junto con sus padres y sus dos hijos. Los menores, Pablo y Sonia Sánchez, ya reciben las vacunas. El primero tiene la pauta completa y la pequeña recibió la primera dosis el martes pasado.

—Yo estoy mucho más tranquila desde que ellos están vacunados. Nosotros nos juntamos los justos. La situación no está para salir —asume.

La sensación es que hoy hay todavía respeto ante el virus, pero bastante menos miedo que hace un año. La vacunación está funcionando, si bien la realidad demuestra que no es ninguna panacea: existen contagiados con la pauta completa e incluso con las tres dosis.

—No tengo miedo a las variantes. Si comparo con hace un año, ahora salgo más y percibo un ambiente parecido al anterior a la pandemia —manifiesta la esteticista frailera.

Casi dos años después, cada cual enfrenta la crisis sanitaria como puede. Caben desde el pavor a salir a la calle hasta el negacionismo pasando por la convivencia responsable con el virus. Los datos oficiales de la Consejería de Salud y Familias sitúan en 1.096 las muertes en la provincia por coronavirus. Hay pueblos de Jaén cuyo censo poblacional está muy por debajo de esa cifra, como Higuera de Calatrava, Villardompardo, Cazalilla y Espelúy, por citar algunos. Es Navidad. Y el virus sigue aquí, amputando y golpeando vidas.

 María de los Ángeles Morales, con sus dos hijos. Foto: Fran Cano.
María de los Ángeles Morales, con sus dos hijos. Foto: Fran Cano.

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